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- SIN STOCK
- Roy Batty
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Recuerdo la primera vez que escuché hablar del nuevo fenómeno televisivo que estaba en boca de todos. Fue en el metro de Madrid con una persona importante para mí. Me habló de una serie con ambientación ochentera de la que casi todo el mundo hablaba en su trabajo. Soy un enamorado de Regreso al Futuro, Los Goonies, Karate Kid, Star Wars y E.T. Películas que han marcado mi infancia y que hoy en día sigo disfrutando como el niño que antaño fui. Por lo tanto, conocer su existencia hizo que acudiera raudo y veloz a «alquilar» la primera temporada en una web que perfectamente podría pertenecer a Jack Sparrow. Y así fue como me rendí a los pies de Stranger Things, la serie que ha sacudido los cimientos de la televisión moderna y que ha conseguido, junto a Star-Lord, que los adolescentes sepan qué es un walkman.
Stranger Things, el buque insignia de Netflix
En el artículo de Disney+ de hace un par de meses, comentaba que la manera de consumir televisión ha cambiado. Tenemos a nuestra disposición múltiples ofertas de servicios de streaming que nos dan la posibilidad de ver lo que queramos cuando queramos. Netflix es, muy seguida de Amazon Prime, la plataforma con más suscriptores en el mundo. Y sin lugar a dudas, Stranger Things es uno de sus pilares fundamentales.
Con tres temporadas ya a sus espaldas y con la cuarta a la espera de su estreno a finales de año, la serie creada por los hermanos Duffer ha conseguido una legión de seguidores difícil de superar. Un cocktel explosivo que gusta a casi todo el mundo. Niños como protagonistas, referencias a la cultura pop de los ochenta, elementos de sci-fi y unas pinceladas de terror. Los ingredientes adecuados para atraer a varias generaciones. Da igual que nacieras en los setenta, ochenta, noventa o si viniste al mundo con el nuevo milenio. Esta serie reúne todo lo necesario para atrapar a todo el que se ponga por delante. Pero… ¿es la serie perfecta? Ni por asomo…
¿El chicle infinito?
Uno de los principales problemas de la gran mayoría de las series es no saber parar a tiempo. Producto novedoso, innumerables elogios por parte de la crítica y ventas desmesuradas de merchandising. Tres de los principales elementos para la creación de la enésima gallina de los huevos de oro. ¿Cuántas series vieron mermada su calidad a costa de estirar el chicle hasta el máximo para exprimir a la dichosa gallina? Os pongo un ejemplo: Los Simpson. En sus últimas temporadas la bajada de calidad es alarmante.
¿Puede pasar lo mismo con Stranger Things? En mi opinión, ya está pasando. La falta de frescura tras una primera temporada que pilló de sorpresa a todos y algunas decisiones de guión muy cuestionables e incoherentes están mermando un producto que va camino de dejar de ser una delicatessen para convertirse en un menú Big King.
Tremendo póster de la segunda temporada de Stranger Things.
Y aceptémoslo, el paso de la niñez a la adolescencia de los protagonistas le ha hecho un flaco favor a la serie. Aún así no deja de ser entretenimiento mayúsculo que nos mantiene pegados a nuestros televisores.
Con todo el futuro por delante…
El final de la tercera temporada dejó más preguntas que respuestas, abriendo la puerta a, como mínimo, una temporada más. Y digo como mínimo porque según sus creadores la serie no finalizará con la cuarta temporada. Es más, voy a jugar a pitoniso y atreverme a decir que llegará fácilmente a la sexta. Hay mucho potencial por explotar aún y la franquicia ya ha dado paso a cómics y novelas, así que es muy factible que el final de la serie de paso a spin-offs, precuelas y secuelas.
Y si os quedáis con ganas de más, tenéis a vuestra disposición una cantidad inimaginable de productos y merchandising relacionados con la franquicia. Funko Pops!, juegos de mesa, camisetas, tazas, puzzles… vamos a tener a Eleven, Dustin, Mike, Will o Hopper hasta en la sopa durante años y años.
Para terminar, os dejo un teaser de la cuarta temporada para que vayáis abriendo boca. ¡Nos vemos en el próximo artículo!
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